LIBRO La civilización del espectáculo En un ensayo, Mario Vargas Llosa lamenta la desaparición de la cultura El autor afirma que la frivolidad contaminó la educación, las artes, la política e incluso el sexo En su obra más reciente, La civilización del espectáculo, Mario Vargas Llosa señala que el mundo contemporáneo está en decadencia por la articulación de una sociedad del entretenimiento que privilegia la diversión y banaliza la cultura.
El premio Nobel de Literatura escribe que la civilización del espectáculo se refiere a: "Un mundo donde el primer lugar en la tabla de valores vigente lo ocupa el entretenimiento, y donde divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal". Sentencia así que la frivolidad "en la que el gesto y el desplante la representación hacen las veces de sentimientos e ideas" ha enviciado todas las manifestaciones de la vida humana, desde la plástica contemporánea, que se ha convertido en un fraude, hasta el sexo, que está desprovisto de erotismo, pasando por la política.
En el ensayo de 226 páginas que no posee bibliografía ni cita ningún libro sobre estudios culturales publicado en los últimos 20 años el autor de La ciudad y los perros (1963) se lamenta de muchas cosas, pero principalmente de 3. La primera es la desaparición de una élite culta y, por consecuencia, la dispersión de la "alta cultura, obligatoriamente minoritaria por la complejidad y a veces hermetismo de sus claves y códigos". La segunda es la democratización de la educación y la cultura, que aunque considera una "loable filosofía" ha tenido el "indeseable efecto de trivializar y adocenar la vida cultural". En tercer lugar, denuncia la conquista que ha hecho la publicidad de todas las áreas del conocimiento humano.
Es especialmente sobre ese último punto en el cual algunos intelectuales venezolanos se declaran cercanos a las ideas de Vargas Llosa. José Balza, por ejemplo, señala que el problema no es el entretenimiento, sino que éste envuelve la lógica comercial de la publicidad: "Sófocles y Eurípides realzaron el entretenimiento. Shakespeare también. Lo grave es la mentalidad de eso que llaman `creativos’ y sus jefes. Reviso obras del ensayista francés Marc Fumaroli y lo que nos dice del `arte contemporáneo’ (instalaciones, mierda seca) es tan deplorable en la plástica como en la literatura.
Todo esto es cosa de ventas y negocios".
Agrega Balza que algo paralelo ocurre en el mundo de la "creación auténtica", como denomina al hecho artístico. "Quien tiene el instinto desobedeciendo a la publicidad de buscar la encontrará hoy. Nunca el arte completo ha sido para masas ignorantes, sean estas ricas o pobres", concluye.
Ni élites ni banalidad. Marcano también se preocupa por la banalidad de los contenidos y lamenta que los temas fundamentales de la agenda mundial se articulen en forma de trending topics refiriéndose a los tweets que más se discuten, pero advierte que el análisis del estado de la cultura está en el tapete desde que Max Horkheimer y Teodoro Adorno entre otros fundaron la Escuela de Frankfurt y comenzaron a confrontar conceptos como los de la cultura de masas, la popular y la de élites: "Hoy vivimos la exacerbación de la moda tecnológica, lo que hace que la brevedad y el instante se conviertan en la premisa fundamental. Las cosas ocurren y uno puede presenciarlo en cualquier parte del orbe en el mismo momento en que pasan. Contra eso es muy difícil luchar. Creo que en La civilización del espectáculo y otros libros similares hay un grito desesperado porque los contenidos se han convertido en show, negando la vida interior".
En lo que Marcano no se muestra de acuerdo con el autor de La casa verde (1966) es en que algunas élites estén llamadas a preservar la cultura: "Esa especie de grupo de arcángeles cultos sugiere una concepción clasista y excluyente del conocimiento. Creo que la solución para esta sociedad del espectáculo es la democratización del conocimiento; allí está el progreso".
En la columna que publica en el diario español El País, el mexicano Jorge Volpi también criticó el elogio de la aristocracia que hace Vargas Llosa. "No deja de ser curioso que alguien que se define como liberal invocando una estirpe que va de Smith, Stuart Mill y Popper a Hayek y Friedman se muestre como adalid de una élite cultural que, en términos políticos, le resultaría inadmisible: un mandato de sabios, semejante al de La República, resulta más propio de un universo totalitario como el de Platón que del orbe de un demócrata", escribió el 27 de abril.
El francés Gilles Lipovetsky presentó La civilización del espectáculo en el Instituto Cervantes de Madrid; entonces se refirió a la cultura de masas: "Ha liberado al individuo de los megadiscursos. Los ciudadanos no siguen los dictados de las autoridades como antes, buscan el placer y el hedonismo cultural, que los hace más felices porque tienen capacidad de elegir y construir sus propias vidas".
El ensayo, independientemente de que las ideas que propone sean o no aceptadas, promete ser uno de los textos fundamentales del lustro que corre, aunque sólo sea porque lo escribió el premio Nobel.
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