sábado, 2 de junio de 2012

El mundo celebra a Gustav Klimt, el creador del lienzo El beso

 

 

 

EL NACIONAL - Sábado 02 de Junio de 2012

Cultura/3

 

Cultura

ANIVERSARIO El 14 de julio se cumplen 150 años del nacimiento del artista austríaco

El mundo celebra a Gustav Klimt, el creador del lienzo El beso

Viena alberga una decena de exposiciones dedicadas al pintor simbolista, famoso por sus desnudos

 

CARMEN VICTORIA MÉNDEZ
cvmendez@el-nacional.com


 

 



Hay besos que valen oro. El que pintó Gustav Klimt entre 1907 y 1908 es uno de ellos. No sólo por los tonos dorados que dominan el lienzo, o por el hecho de que muchas de las obras del austríaco hayan batido récord en subastas en los últimos años. La razón es que se trata de una de las imágenes capitales del arte moderno. Viena y el mundo celebran por estos días a su creador, con ocasión de conmemorarse el 14 de julio 150 años de su nacimiento.

El Año Klimt comenzó en la capital austríaca a finales de 2011. Diez de los museos de esta ciudad albergan muestras especiales dedicadas al pintor simbolista. Destaca la exposición que presenta el Museo Austríaco del Teatro. Allí se exhibe, entre otras piezas, el cuadro Nuda Veritas (la verdad desnuda), que el propio artista contextualizó con una cita del poeta y filósofo alemán Friedrich Schiller: "Con tus actos y tu arte no puedes complacer a todos. Haz honor a unos pocos.

Gustar a muchos es malo".

Ese fue el espíritu de la obra de Klimt, referente del Jugendstil y figura central de la Secesión, un movimiento artístico fundado en 1897 con el propósito de modernizar la cultura y las artes visuales austríacas, que se habían quedado rezagadas con respecto a las escenas francesa y alemana. "A cada época su arte. Al arte su libertad", fue el lema del colectivo.

Femme fatal. La desnudez como metáfora filosófica se vuelve literal cuando se miran las obras de Klimt. El creador nacido en el número 247 de la Linzerstrasse, en Viena, fue el primer artista que se atrevió a retratar a la mujer como símbolo sexual.

La anatomía femenina (expresada a menudo en poses imposibles) fue el tema de sus obras. El artista rehuyó del autorretrato y de la representación de modelos masculinos.

Algunas de sus creaciones fueron tildadas de pornográficas en la Viena imperial. "Bajo una apariencia de respetabilidad, Klimt se las ingenió para pintar lo que le interesaba casi exclusivamente: el erotismo de la mujer (...) Fue su canto a la libertad en una Viena desfasada", escribe la historiadora del arte Isabel Artigas en el libro Klimt, que publicó el sello Tikal.

En los dibujos y pinturas de Klimt el cuerpo (bien sea desnudo o cubierto con telas opulentas) representa la sociedad en la que le tocó vivir, la Viena de los Habsburgo, que se debatía entre la moral estricta y las licencias de la Belle Époque.

Alquimia en el lienzo. Klimt fue el menor de los siete hijos del orfebre Ernst Klimt. De allí su fascinación por los tonos áureos, el sello distintivo de su pintura. "A la gente le gusta el oro. Es a ese aspecto metálico al que la gente se siente atraída", dijo a la BBC Alfred Weidinger, experto en su obra y director adjunto del Museo Belvedere de Viena, que posee la mayor colección del mundo de piezas del artista.

El pintor se formó en la Escuela de Artes y Oficios de Viena, junto con su hermano Ernst. Allí se destacó por su talento para el dibujo, lo que lo llevó a convertirse en un importante retratista. Gustav, Ernst y su compañero de la academia Franz Matsch fueron aprendices de Ferdinand Lauftberger. De acuerdo con Artigas, fue en el taller de este artista en donde el trío recibió sus primeros encargos, vinculados a la transformación de la ciudad, que comenzaba a llenarse de nuevas construcciones en los años ochenta del siglo XIX.

Klimt y su grupo, llamado Künstlerkompanie, decoraron importantes edificios públicos, entre ellos el Teatro Municipal de Fiume (antigua Yugoslavia), el Teatro de Karlsbad (República Checa) y el Burgtheater de Viena.

En sus inicios, el artista conservaba un estilo clásico, con marcado acento naturalista.

En 1893 recibió la Cruz de Oro al Mérito y dejó de depender de los encargos. Fue cuando se deshizo del canon académico y comenzó a crear su propio lenguaje, con patrones casi abstractos.

En su obra convergen las figuras alegóricas con lo simbólico y lo decorativo. Klimt se apropió de la estética de los mosaicos bizantinos (de la que tomó la idea de usar pan de oro en sus lienzos). También se nutrió de la estampa japonesa, que le aportó un estilo plano, sin perspectiva. "Aunque la obra primeriza de Klimt siguió en cierta manera el gusto oficial, con el tiempo provocó en él una reacción y una revisión crítica tan profunda que el pintor se convirtió en portavoz de la generación joven, insatisfecha con una situación a todas luces impuesta y arraigada en la sociedad", indica Artigas.

La pintura de Klimt es ecléctica, un compendio de diversas corrientes como el simbolismo, el impresionismo y el modernismo, cuya aparición ­según la autora­ hicieron que el artista se replanteara otras soluciones estilísticas y buscara un lenguaje propio, que fuera completamente moderno.

Artigas asegura que se trata de un estilo muy personal, basado en la necesidad de crear obras idealistas y autorreferenciales, un arte libre de toda obligación más allá de sus exigencias intrínsecas, pero que, al mismo tiempo, constituyera una profunda indagación en la identidad de su tiempo. "Ese compromiso con el presente y la libertad romántica fue el núcleo del ideario del pintor, impulsor de la apertura del arte austríaco a las tendencias europeas", indica.

La obra de Klimt ha sido reproducida en afiches y otros objetos. Klaus Pokorny, del Museo Leopold de Viena, señaló a la BBC las razones de su popularidad: "Nadie fue capaz de sintetizar sentimientos como el amor, la pasión o el deseo, pero también la desesperación y la ansiedad como Klimt. Por eso es tan fascinante para los más jóvenes".


 

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